4 de febrero de 2014

¿Tú, otros?

Ayer, andando por la calle, sorteé a dos niños que chutaban, con porte serio, un balón blaugrana. “Ronaldo es un chulo”, chilló con seguridad uno, mientras me alejaba. Ese mismo ayer un graffiti colgado sobre unos ladrillos mojados me sorprendió al doblar la esquina. “¡Huelga general ya!”. Una vez en casa, desbloqueé el móvil y abrí una notificación de mi red social favorita. Uno de mis amigos me había invitado a darle a “me gusta” en una página oficial de una marca de camisetas. Las fotos no eran nada del otro mundo, y nunca había oído hablar de esa marca, pero vi los millones de “like” y enseguida encontré verdadero estilo entre esas telas desdibujadas. Me senté en el suelo, pensativa. ¿Por qué el niño creía decir algo suyo, pensado por él, algo enteramente producto de su decisión? ¿Qué le había llevado al autor del graffiti a dejar su opinión sobre el muro? ¿La libertad de expresión? ¿Realmente estará convencido de él quiere una huelga general? Porque otros verán mi “like” y pensarán que tengo gran estilo, que he decidido con sabiduría marcar ese icono y que sin duda lo tengo claro: esas camisetas son maravillosas.

Todos tenemos libertad de expresión. Eso está claro. Ahora me pongo delante de un espejo y me observo. Visto como el resto, hago lo mismo que el resto, apruebo lo mismo que el resto.  Sin embargo, cada mañana creía decidir con libertad  qué ponerme, qué decir, qué hacer, cómo peinarme. Ahora, ahora que el sistema nos permite la libertad de expresión,  la sociedad sustituye esta decisión tan propia. La libertad es solo libre después de contrastar, aprender, viajar, conocer diferentes culturas y países. La cultura, único camino hacia la libre libertad de expresión.

Inés Zugasti Asín
IES Plaza de la Cruz, Pamplona